sábado, 30 de julio de 2011

Utopicidas

Si escribo esto no me muero,
aunque,
si dejo de escribirlo,
quizás me muera.
O aún peor,
entre como polvillo en el aire,
a la masa que cada mañana,
asesina un sueño en un maletín.
Y es que tengo que admitir,
que no comprendo a los seres de este plano,
que se me hace imposible,
si es que acaso lo intento.
Y es que acá adentro,
todo es tan distinto.
En fin, no se qué quiero,
mientras tanto espero,
que venga un rayo de luz,
y me devuelva al lugar de donde vengo.
Mientras tanto intento,
quitarle el plomo a los tobillos,
a ver si despego.
Mientras tanto,
recorro los desarmaderos,
los basurales,
de lo que ellos desechan yo me alimento.
A los sueños que estaban muriendo,
ahogados en un maletín,
los rescato y los estrujo,
los perfumo y me los quedo,
les canto, les regalo flores,
y los dejo habitar.
Si en mi pequeño paraíso,
hay un baile cada madrugada,
y una avioneta espera sentada,
para planear sobre la ciudad.
Yo no se
por qué esta todo tan lejos
pareciera inalcanzable,
y yo no soy,
no puedo ser,
ni siquiera pertenezco.
Porque de lo que ellos desechan yo me alimento,
y en mi terraza que da al cielo,
en la terraza que no tengo,
voy construyendo la nave,
que me llevará de regreso,
porque no quiero quedarme.
No quiero,
un día,
entrar como polvillo en el aire,
a la masa que cada mañana,
ahoga un sueño dentro de un cajón.

martes, 26 de julio de 2011

La pluma

Sigue dando vueltas en la cama.
Entre sueños descubre un pastizal verde, va caminando hacia el sol, envuelta en vestiduras blancas que encandilan. Los pies descalzos, ya insensibles, el pelo suelto, un viento norte que no refresca, pero acompaña.
Da pasos firmes, pasos definitivos, no sabe a dónde va pero pase lo que pase, será imposible retroceder.
Camino al despojo total, a un estado superior quizás. Al final de algo.
El olor de la hierba la santifica, la rodea embelesando cada movimiento. Con los brazos abiertos, recibe la energía de ese astro que ahora la mira y la desea. La piel blanca y tersa, se deja acariciar sensual por esa luz.
Ha llegado el momento, el borde de un abismo que alguna vez la hizo temer y al que ahora ansía entregarle todo de sí misma, dejarlo apoderarse por completo de su ser en agonía.
El gran momento, pesada como una pluma pide bailar con el viento, le grita al sol, que la desea insólitamente, y comienza el ritual.
En un suspiro profundo todo el olor de la hierba se apodera de su alma, y ya está lista. Junta las piernas en puntas de pie, ojos cerrados, manos abiertas al cielo, al sol que la desea y la reclama junto a él.
Las ropas se han rasgado, comienza la danza eufórica de la pluma en el viento, comienza el sacrificio y...
Oye un ruido en la ventana.
Está toda transpirada, el insomnio la empapa. Deberá levantarse, lavar las sábanas y el pijama, fumar un cigarrillo, tomar un vaso de agua.
Recuerda el ruido en la ventana.
Corre las cortinas, no hay nada. Un viento atroz, una tormenta en madrugada.
Gira el metal frío, deja correr el viento que esta vez no es norte pero es insaciable, y llueve. En la habitación se han volado todos los papeles, las fotos, la ropa desparramada.
Pone un pie fuera, en el techo. En las tejas húmedas, mas bien mojadas. Al salir engancha un clavo y en el pijama un tajo, que reconoce porque siempre ha estado ahí.
La lluvia la limpia, la lava, la reconforta. Con el rostro hacia el cielo se deja refrescar, se despoja de su cuerpo, del camisón blanco. El viento le acomoda los cabellos, se pone en puntas de pie, y con los brazos al cielo, pesa lo que una pluma,
y ha empezado a amanecer.

sábado, 16 de julio de 2011

Por la autopista

Calmar un poco la ansiedad.
Sentarnos en la orilla,
fumar un chino,
sentir la brisa.
Cerrar los ojos maniatados en la oscuridad,
y encontrarnos un rostro en las cenizas.
¿Y qué pensás de la autopista?
Quizás enamorarnos,
formar una familia.
En el amor yo ya no creo,
pero quizás alguna noche,
besarnos,
bailar una milonga,
contarnos un secreto.
Mirar tus ojos,
el negro de tus ojos,
y que me mires,
y creer que entiendo lo inentendible.
Que encontré lo que no andaba buscado.
¿Y qué decís de la autopista?
¿Qué te parece si nos vamos de viaje?
Si dejamos todo de una sola vez.
Me gusta tu sonrisa,
el gesto que hacés cuando no entendés nada.
Me gustan tus caricias,
tu aliento en madrugada.
Me gusta que nunca digas nada,
cuando estallo en palabras
y hay como una pausa en el instante.
Cuando se asoma una lluvia,
que agudiza el olor de mi tierra.
Que inunda los jardines,
los baños,
las miserias.
¿Y qué creés de la autopista?
¿Qué te parece si llenamos el baúl de recuerdos gratos y nos vamos de gira?
Si resumimos la vida en una canción,
le sonreímos a la gente,
hacemos de ese sitio un lugar mejor.
Mirá si el tiro me sale mal y me empalago.
Mirá si empiezo a creer que me cambiaste la vida.
Mirá si empiezo a existir y dejo de pensar.
Mirá si empiezo a vivir y dejo de soñar.
Mirá si un día me mordés el labio y empiezo a sangrar,
y me descubrís,
y me bautizás.
Mirá si empiezo a envejecer y me pongo a llorar.
Y te dejo ver quién soy,
-no yo, sino la de verdad-
¿Y qué opinás de la autopista?
¿Por qué nos llama, nos mira?
Creo que lejos podría jugar a amar,
pero sólo creo, si me alejo y vos,
si vos me invitás.

martes, 12 de julio de 2011

Dos extraños bailando en las sombras

Pinta como pinta, la luna les pinta la cara de pálido. Suena, qué suena, la música extirpa sumerge, confiesa. Bailan, mueven, giran, se toman de las manos, susurran, se mienten. Se miran, se atrapan. Prometen, sin caso prometen. Se sienten, los cuerpos, la ropa, las manos, desgracia.
Ya no estamos para esto, sólo quería saber si estabas despierto.
Y grita, a ver si alguien responde, a ver si hay humanidad tras ese cuerpo. Pero ni eso. Sacude, rezonga, recrimina, reprocha. Ni eso, acrílico o porcelana. Nada.
Una persona, quiero ver una persona. Pero ni eso.
Ya no pide cariño, no pide siquiera respeto, no espera nada, un sorbo de verdad, una descarga eléctrica y nada. No hay nada.
Ya no necesita ni que le demuestre afecto, un sorbo de verdad, un sartenaso. Pero ni eso.
Solo giran, se mueven, se tocan, carne, piel, sudor. Hace frío afuera, y adentro, que frío que hace acá adentro. ¿Hay alguien?
Sacude, de nuevo, y no reacciona. Se le quemaron los libros, se le cayeron las horas. Ahora. Dos extraños bailando en las sombras.
Si te he visto ni me acuerdo, ya están mareados. Y el tiempo les pesa y las copas. Un sorbo de verdad, quisiera ella, para calmar la resaca, pero ni eso.
Sucumben, no hay ojos, no hay nada. Tras ese cuerpo no hay nada, porcelana o acrílico. Nada. Un par de extraños, una nueva historia, siempre lo mismo, siempre deshonra.
Son dos extraños bailando en las sombras, y el cuerpo, esos cuerpos, memoria física, lamentos. Ya no, ya no estamos para esto, solo quería ver si estabas adentro. Pero ni eso, no hay nadie. Qué pena. Había un cartel que decía “abierto”, pero ni eso.
¿Hay alguien ahí? Un sorbo de verdad, en serio, no le pongo precio.
Ya no se reconocen, no pueden quedarse quietos, otra mentira, otros sujetos. Perfecto, este era el último intento, ya no voy a apostar, como hace el resto. Ya veo, tienen razón, ellos llegaron antes, encontraron el lugar vacío donde debías estar vos. Pero ni eso.
Ni siquiera estaba buscando afecto, no, ni eso. Sólo quería saber si estabas despierto, si estabas adentro. Pero no, ni eso. Acrílico o porcelana. Nada.

miércoles, 6 de julio de 2011

¡Héurēka!

Tras una y otra vuelvo a plantarme sobre esa frase que me respalda, tras la cual me escondo.
La corroboro, la rectifico, la repito como un canto una y otra y otra vez. Me descubro sola, las sonrisas me cierran las puertas, es sol se burla a carcajadas y yo sola.
Me refugio en lo más rebuscado de la miseria humana, entiendo, supero, cambio dolor por aprendizaje. No hay un cielo, no hay un tope porque siempre busco más.
Vivo en expedición interminable, se reinventa, cambia de forma, de color, a cada paso y me sorprende, a veces hasta me sorprende.
Descubro las ideas, el egoísmo infinito. Estoy mirando, estoy viendo todo cariño, hay tanto polvo escondido. Y yo que a veces me siento culpable, nada me frena, todo me consolida bruta, injusta, desagradecida.
Y yo que a veces me siento culpable, el mundo es un lugar tan detestable cariño.
Si te explico, si te explicara. No hay oídos que soporten, mejor dejarlo. Mejor engañarse, creer en todo, confiar, reír, cantar.
Mejor dejarlo pasar, mirar fotos, guardar momentos. Imágenes sueltas que no describan exactamente lo que pasa. Exactamente lo que las rodea. Esta oscuro.
ADios. Ni a mí ni a ninguna. ADios.
Me subo en tu frío trono, clamando a gritos, ADios. Si hay un fondo, ¿Dónde está? Hay alguien más en esta habitación.
Me explico, me doy razones baratas, pretextos, patrañas.
Cariño no me corras, no me espíes, ¿Hay alguien más en esta habitación? Olvido, dos medidas por favor y un tinto. Quiero desconocer lo que ya he descubierto.
Me convenzo, me insisto, me zambullo.
Tijera, ruidos, huecos. ADios, repito y no comprendo, o sí, pero no quiero, cariño.
Sí, hay un fondo.
Cuero, rejillas, desagües. ¿Hay un fondo? Pregunto. ADios. Silencio. ¿Dónde está?
Colapso, desespero. Silencio, 7 puntos paralelos, 7 días las semanas. Un consuelo, ¿Dónde está? ADios. Silencio.
¿Hay alguien más en esta habitación?
Te prejuzgo, te dejo afuera, siempre de lejos, te estudio. No hay confianza en estos ojos no me pidas que me pierda. No me dejan, estas frases no me dejan, me repelen, me cortan el oxígeno, me oprimen cariño. No quiero ser así, pero es sincero.
Está oscuro, ¿Hay alguien más en esta habitación?. No me entiendas, cariño, y no me juzgues.
De verdad ya no somos tan pocos los que vemos, pero todos quisiéramos estar ciegos.