martes, 25 de febrero de 2014

Esos lugares tan poco comunes en los que a veces nos encontramos (pero sólo a veces, y son tan pocas...), nos miramos a los ojos y nos vemos, nos reconocemos tras esos mantos de piel, de historia y de trastornos y somos lo que queda de nosotros, sin nombre, sin juegos, sin un rostro al cual recriminarle algo, fruncirle el ceño o darle un beso.

Esas pausas infinitas,
esos reencuentros,
ese tocarnos sin la piel,
sin el sexo.
Ese acostarme en tu silencio,
hacerme un nido
(con colchas suaves)
y deslizarme hacia el olvido
y siendo, ser
eternamente
enteramente
y vos conmigo.

Estamos

Estamos pervertidos y desubicados, estamos condenados. Estamos indecentes y maleducados, estamos exiliados.
Estamos enfermos, sangrantes, de cuajo.
Estamos desvestidos, estamos malheridos.
Estamos invertidos.
Estamos divertidos.
Estamos...

Playa III

Si al menos las gotas corrieran hacia abajo, se deslizaran como es natural que todo se deslice... pero son como pequeños fantasmitas transparentes corriendo una carrera empecinadamente horizontal, viento en popa armando y desarmando su esencia, adhiriendo a la corredera a diminutas gotitas estáticas que aguardaban tranquilas y ahora ya son todo, mismo. Y otras van quedando apenas, como una huella viva del pequeño fantasmita que se aleja a toda velocidad y esperan, aguardan, al viento, al todo.
Si al menos las gotas corrieran hacia abajo, pero ni ellas. Y avanzamos, cruzamos la ruta 5 y vamos volviendo al todo, mismo. Nosotros sí caemos, porque la carrera es inevitable. Somos la gota que golpea el vidrio, la gota que estaba cayendo del cielo y se chocha el vidrio y conoce su destino pero espera al viento, al todo, mismo... y avanza.

Playa II

Hay una hora en la playa en la que ella se acicala, parece un gatito en su lona amarilla. Con la yema de los dedos se recorre el cuerpo, va quitando la arenita, de a poco las piernas, las caderas, la panza, el pupo. Despacio, despacito sacude los granitos que se han depositado en las costillas, y entre los senos, con el pulgar.
El sol la rodea en lenguetazos tibios, la brisa colabora en la misión. El pecho, los brazos, despacio, despacito, y ya está limpia, pulcra y llega al pelo, la cabeza, hunde las yemas y la siento relamerse más y más y más.

Playa I

Toco apenas,
apenas y con la punta de los dedos,
tu superficie brillante,
escurridiza.
Me recibís con violencia,
con la misma violencia de las gotas
que elevó mi pie al viento.

El mar
La mar

Me golpeás la cintura,
me humedecés las piernas,

la panza,
el sexo.

Te digo sí,
me entrego.
Te penetro de cabeza
(justo justo en el medio de una ola)
y me sumerjo,

fresca,
suave,
submarina.


Y ahora sí,
(de premio)
el sensual balanceo de mi cuerpo
sobre tus vientres,