domingo, 24 de agosto de 2014

Llovizna

Hay estos días en que uno se despierta con el corazón en las sienes y el entrecejo fruncido. Suelen coincidir con días tremendamente nublados y fríos, que no se animan a lloverse del todo.
¿Qué pasó con la felicidad potencial que me cubría anoche al acostarme? ¿Que clase de cosas oscuras y tristes estuvieron mis ojos observando por la noche? ¿Qué paseo me llevaron a dar mis sueños para despertarme así, tan cansada y triste de esa tristeza que es sólo resignación, esa tristeza con la que uno ya se amiga y aprende a convivir? Ay chiquito, prefiero tanto la furia, la violencia, a este dejarme caer de cuerpo blando, a este silencio que sabe que no hay nada que decir, que nunca habrá nada que decir que no sea: hola, perdón, me duele aquí. Y no hay nada que hacerle. Pantuflas, café, cigarros, una canción muy triste, sahumerios, algún libro triste también, que es decir romántico esta vez y la cama de colchas suaves y tibias.
Hay unas lagrimitas que se me escurren de los ojos, los ojos fijos en el cielo gris clarito que tampoco se termina de llover. Como desearía una tormenta chiquito, una enorme tormenta de viento y piedra e inundaciones que se lleven todos los trastos flotando. Pero llovizna chiquito, tan suave y parejo que parece que no va a parar nunca.

domingo, 10 de agosto de 2014

A qué voy a jugar si en mi cabeza ese pensamiento brota corre muerde explota choca arranca putea saquea muerde pisa brota arranca araña empuja arde putea muerde pincha putea sacude explota... sube baja se me vuelca encima lo escupo lo ingiero lo regurgito lo arranco lo mastico lo rumio lo relamo lo...


por suerte siempre está la hoja, justo antes de que se me vaya de las manos