Venga, no se ofenda, hay amargo todavía, vamos que el día no espera madame. No se acomode en su silla, que hay que salir ya.
No pregunte a donde vamos madame, no le puedo responder.
¿Que por qué le digo madame? Me ha parecido que va con usted. Si no le gusta me dice, ya sabe.
Vaya, vaya a vestirse que así no puede salir. No es que no le quede precioso pero la lluvia ha traído el fresco.

Usted me tiene loco madame, se me acelera el corazón. ¿Cómo que no? Deme la mano, ¿siente? Eso de allí es su corazón madame, sigue latiendo.
Le pedí que no pregunte a dónde vamos, cierre los ojos si quiere. ¿Qué hace descalza? Se ha olvidado los zapatos, no hay tiempo para volver, no vaya a cortarse.
Ya puede abrir los ojos madame, agradable caminata.
¿Por qué corre sangre por su pie? Le pedí que no se corte. Estamos en la playa, si, la playa. ¿Por qué llora? Deje que el viento seque sus lágrimas madame, ya estuvo bien, ya no llore más.
Déjeme darle un beso en la nariz y sonría. Ahora mire hacia el frente, alce la cabeza, así. ¿Siente el agua en los pies? Está helada, ¿le arde su herida madame?
Dicen que el agua salada cicatriza.
Eso es, el agua del mar cura las heridas madame, ¡que gran descubrimiento! Tome mi brazo, ¿escucha el órgano? Estamos entrando a una enorme iglesia barroca. Usted y yo madame, estaremos juntos para siempre. Camine conmigo, vamos, ya no llore, no piense en el frio, el mar sanará. Camine conmigo, vamos, más adentro, un poco más.