Pero en el abismo no hay fondo, sólo hay caída
l
e
n
t
a,
e
t
e
r
n
a
Qué tan difícil puede ser mirarse en el espejo,
qué tan difícil aceptar ese reflejo,
llamarte
egoísta,
indiferente,
insensible,
y a veces también
linda,
inocente,
chiquilina.
Desnudarte
prenda
a
prenda,
quitarte los aros,
los zapatos,
el maquillaje.
Repetir la ceremonia en habitaciones diversas,
ante espectadores siempre diferentes
y una vez completa, alzar los ojos,
reconocerte en el cristal pulido.
Y sonreír,
y quizás también
llorar alguna vez.
Qué tan difícil para que siempre andes mirando
hacia afuera
o hacia abajo,
asomándote en aljibes y
acantilados.
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