miércoles, 30 de marzo de 2011

Nunca siempre

El Diccionario de la Real Academia Española lo define como un adverbio que indica perpetuamente o por tiempo sin fin. Existe en todas las lenguas, en todos los pueblos, en todas las culturas y las religiones, pero es, como muchas otras palabras, un derroche de idioma.
Existen ayer, ahora, hoy e incluso mañana, pero no siempre.
Desde los tiempos más remotos los hombres nos esforzamos para usar esta palabra, para aplicarla, para creerla. Nos empeñamos en creer en lo eterno, aunque la experiencia y la naturaleza nos demostrasen lo contrario.
Así, las distintas religiones se basaron en la vida eterna después de la muerte terrenal, en la eternidad del paraíso o del infierno. La matemática nos explicó la infinidad de los números, la astronomía basó sus teorías en la infinidad del universo. Los alquimistas dedicaron vidas que, muy a su pesar, nunca fueron eternas a encontrar la piedra filosofal, estudiaron todas las disciplinas y se hicieron miles de preguntas, menos qué iban a hacer con tanto tiempo cuando por fin la hallaran. Los explotacionistas creyeron en la eternidad de los recursos y los enamorados en la eternidad del amor.
Sin estar satisfechos, llegamos a incluir el vocablo en contratos, como el matrimonio, e incluso inventamos un símbolo universal para representar el infinito.
“Hasta siempre”. “Para siempre”.
Siempre es el mayor engaño de la humanidad. Es, entre todos los errores, el que más demuestra nuestra debilidad. Y me animo a pensar que fue inventada por alguno de esos mentirosos a los que les gusta jurar en vano.
Para cerrar, hay una sola frase en la que me animaría a usar a tan inútil pieza:
Lo único que siempre llega, es el fín.

Divino hado

Nos hablan de destino como un poder sobrenatural que guía nuestras vidas de forma necesaria, como la sucesión inevitable de hechos que forman parte de ésta desde antes de nacer. Es muy común escuchar a los supersticiosos decir que nada sucede por azar, que todo está escrito, predeterminado, como si realmente fuera posible que existiera una biblioteca inmensa con un archivo personal (y detallado) de todas y cada una de las personas. Leemos los horóscopos fascinados y creemos en ellos sin preguntarnos ni una puta vez quién los escribe y cómo hace para saber lo que este curioso y caprichoso fenómeno depara para nosotros; creemos en ellos, casi como si estuviera fuera de nuestras manos manejar nuestras mediocres vidas, como si fuera imposible escapar de esa fuerza omnipotente.
En mi humilde e insignificante parecer, el destino (azar, sino, ventura, suerte, fortuna) se construye. Nuestra vida esta hecha de decisiones, decisiones de las que no podemos escapar aunque muchos lo intentemos reiteradas veces, algunas las tomamos con la cabeza, en otros casos seguimos un impulso y muy pocas veces, a lo que algunos llaman corazón. A veces hasta decidimos sin darnos cuenta, sin ser concientes. Y ahí está la clave, justamente en la forma en que tomamos las decisiones: determina si somos libres o no. Porque los éticos hablan de la libertad como una capacidad inalienable de todos los hombres, pero bien sabemos que el entorno muchas veces no nos permite ser libres. Y ser libre, significa, tomar esas decisiones buscando nuestra felicidad, o como suelen decir: que el resto sea aire. Decisiones que no siempre son aceptadas por las personas que nos rodean, y a veces ni por nosotros mismos, decisiones que pueden ir contra nuestros principios o los de nuestro grupo social, o los de nuestra propia familia. Decisiones que pueden ir en contra de nuestra vida laboral y nuestro bolsillo(Como el estudiante de 5º año de Derecho que abandona de un día para el otro sus estudios para transformarse en mochilero y viajar por el mundo).
Como tengo una cantidad de tiempo ocioso insuperable y ya no se en qué invertirlo me puse a averiguar sobre el tema. De lo que encontré investigando, sentí una especial e inexplicable simpatía con una teoría a la que llaman El Efecto Mariposa: cada una de nuestras acciones, por más pequeña que sea, determinará una gran consecuencia a futuro. Va de la mano de la teoría del caos, y afirma que en el caso de los sistemas caóticos (¿Alguien pone en duda que todos somos un sistema caótico?), una mínima diferencia en las condiciones iniciales hace que el sistema evolucione de manera totalmente distinta a la planeada, Cada uno de nuestros actos, va construyendo lo que, para no poder hacernos cargo, nombramos como nuestro destino, nuestro futuro, y éste puede cambiar de un momento a otro, ante una mínima modificación, sin que siquiera nos enteremos.
Estamos tan preocupados y obsesionados con el futuro, que muchas veces nos olvidamos del presente, del ahora. Como si el tiempo fuera aire y muy fácil de conseguir, lo dejamos pasar, y pateamos todos los asuntos importantes para “más adelante”, inocentemente creyendo que la vida será tan generosa de devolvernos la oportunidad en un momento más conveniente.
Un olvidadísimo poeta romano citó una vez una frase conocida hoy hasta por el más ignorante de los habitantes terrestres: “Carpe Diem, Quam minimum credula postero” Vive el momento, no confíes en mañana. Y déjenme decir que éste hombre, hace ya casi 21 siglos, encontró una oración que resume en sí la única forma de vivir la vida, y no dejar que ella nos viva.

Brain Storm

El sol sale rematando como el comentario que siempre hace para arreglarla y termina quedando peor.
Se despierta como si hubiera muerto por un par de horas. Los ojos casi despegados se abren sólo lo necesario para recorrer el lugar hasta reconocerlo al fin, y una vez más, es el último donde desearía estar. Trata de palpar el otro lado de la cama, para confirmar la soledad.
Se ayuda con las manos, el sueño todavía no lo deja reaccionar, y se pone en pie.
Esquiva la ropa en el piso para ir directo al baño. Es como si el demonio de Tazmania realmente existiera y estuviese habitando su armario.
Entonces se lava la cara y ya ve con claridad. En el espejo, ese histérico reflejo que mal que mal le es familiar.
Lo examina con detenimiento, no encuentra diferencias con el de ayer, todo en su lugar, pero sigue sintiendo que hoy no es él. No hay orgullo en sus labios, sólo un toque de dignidad.
Se le burla a la ridícula imagen porque el tiempo pasa y, siempre a su pesar, le pesa.
Se queda casi un minuto mirando pero sin mirar, hasta que pesca el valor de preguntar si el suyo propio volverá.
Se le vienen a la cabeza tantos recuerdos que le va a explotar, abre el botiquín y toma una de esas pastillas para no soñar, las que le recomendó Joaquín.
Prende la ducha, es probable que el agua se lleve tanta culpa. Ahora cree en el agua porque el tiempo no cumplió, y una vez le habían dicho que es creer o reventar, y lo que no quiere es que la cabeza le reviente porque después no va a poder pensar, y es probable que repita los errores tan culpables de la culpa, por impulso o por instinto.
Es que el tiempo no se merece que le crean porque es otro de esos maleducados que hablan con la boca llena de mentiras, pero el agua, el agua es más transparente.
Ahora ella por lo menos se empieza a llevar la tensión de los músculos y él vuelve a afirmar que, por el bien de los demás, es mejor ser egoísta.
Ya pasaron 15 minutos y a la impaciente tranquilidad la interrumpe un dejo de conciencia ambiental, la conciencia siempre le aparece con sorpresas. Entiende que lo mejor es cortar y se despide de la ducha, y del agua, que igual que el tiempo no cumple pero al menos le cae bien, quizás por su eterna indecisión de si es hombre o es mujer, no porque tenga problemas con su gusto, pero la palabra indecisión se le había hecho habitual. A lo mejor sea por eso que le otorga el beneficio de la duda una vez más, y le concede otra última oportunidad, o porque así le hubiera gustado que hagan con él, y aunque es mejor ser egoísta, no se olvida.
Olvidar es lo que peor le sale, y no es que tenga buena memoria, pero el tiempo también le prometió enseñar, y de tan buen profesor parece que se olvidó. Ahora que se replantea, ya no siente bronca, ahora le da pena porque es probable que el tiempo sea sólo un pobre tan sobrestimado que hasta creyó.
Se tiñe de ropas y le arregla el pelo al del espejo.
Otra vez uno de esos inoportunos pensamientos interfiere y casi puede ver a la vendedora del lugar donde había comprado ese pantalón, a la que ayer le dijo buen día, permiso y gracias, con la gastada esperanza de que sea ella quien encuentre su amabilidad y se la devuelva por fin, pero otra vez se quedó buscando.
Ya está listo para entrar en escena. Toma las que dicen son sus cosas, abre la puerta del depto. Y otra vez a simular.

Enemigas íntimas

¡Te dije que te apures!, estoy buscando mis pinturas, y a mi me importan un carajo tus pinturas y tengo el auto mal estacionado así que nos vamos ya. Que humor hoy ¿eh?, no me jodas, ¿qué paso Juli, no te llamó Tincho?, te pedí que no me jodas Tefi, vivís pidiendo cosas.
¿Qué le pasó al tapizado?, se me cruzó un pelotudo y lo quemé con el cigarrillo, tenés que dejar de fumar, ni en pedo, pero te hace mal, de algo hay que morirse, que frase más trillada, no hables así Tefi que me hacés acordar a mi vieja, somos parecidas, ni un poco, sabés que si, dejate de decir boludeces o te bajo del auto. ¿Viste? No te llamó Martín, no, no me llamó y no me interesa, que no te va a interesar, te digo que no, dale contale a tu amiga, no tengo ganas de hablar de eso. ¿A qué hora te dijeron?, a las diez pero llegamos tarde como siempre por tu culpa, me hubieras avisado más temprano, no soy tu secretaria.
Que raro ¿no?, encontrarse con todos después de tantos años, si estamos viejos, yo decía por la emotividad, los recuerdos; es lo mismo, yo vengo para no quedar mal. Vos debés ser la más vieja Juli, si del curso eras la primera que cumplía; puede ser pero hay varias hechas mierda; ¿y vos cómo sabés?, me las encuentro porque TRABAJO, bueno vos también me vas a reprochar que me tome un año sabático, yo no te voy a reprochar nada.
Llegamos, ¿acá es?, si acá, parece un telo, es un bar Tefi, es un bar si, pero parece un telo. Bajame la cartera que voy a estacionar, ¿te espero para entrar?, si, sola no entro; bueno apurate que está frío.
¿Listo?, listo, ¿puse la alarma?; no sé no me fije, bueno ya está, ¿estoy linda?, ¿y qué mierda te importa Tefi, si son tus compañeros de secundaria, pero puede haber alguno que esté bueno y tenga plata, siempre la misma vos, por eso estás sola; ¿y vos por qué?; yo no estoy sola, si pero Martín no te llamó más, no quiero hablar de eso Tefi. Bueno entremos, sonreí un poco, parecés muerta; sonreí vos y comportate.
Hola todo el mundo, hola. Que embole saludar a todos ahora, no seas maleducada Tefi ¿querés?, bueno pero me vas a decir que no es un embole.
¿Nos sentamos acá dale?, si si me la lo mismo, que calor hace adentro, si dame las camperas que las dejo ahí. ¿Y ese gato quién es?, Sofia ¿no te acordás?; ah si, siempre pintó para gato; no seas desubicada Tefi, bueno ¿es cierto o no?; si pero no hace falta que lo digas.
Mirá Marcelo Juli como adelgazó, si está muy flaco, le gustabas vos Juli ¿te acordas?; fue hace mucho eso Tefi, ahora debe estar casado; si todos deben menos nosotras dos. ¿No me vas a contar qué pasó con Tincho?, se asustó Tefi, le dije que me quería casar y se asustó, son todos iguales es al pedo, si es al pedo. ¿Qué tomamos?, cerveza tomo yo, si ya sabés; bueno yo te acompaño. Estuve pensando ¿sabés?, quiero terminar la carrera; me parece bien, no podés vivir para siempre de la herencia de tu viejo; como poder puedo pero no da; no no da; ¿vos decís?, si yo digo.
¿No querés que nos cambiemos de sillón Juli?, se me está clavando una maderita en la espalda; no jodas Tefi, no jodas. Bueno si a Marcelo no le vas a hablar vos le voy a ir a hablar yo, hace como quieras Tefi, es que mirá como está vestido, se nota que le está yendo bien; si parece que sí; además ya me aburrí de estar sola, ¡hace dos meses que estás sola!, bueno es mucho tiempo, no es nada Tefi, vos decís eso porque hace 5 años que estás con Martín, 6 años hace; bueno entonces ya es hora de que se casen ¿qué se piensa, que van a vivir para siempre?, no sé que piensa, no se.
¿No le ibas a ir a hablar a Marcelo vos?, si pero desistí, sigue teniendo la misma cara de boludo; sos mala ¿eh?; no, vos sos peor, solo que no decís nada. Me estoy aburriendo Juli, pidamos otra cerveza; pedí vos yo tengo que manejar; bueno pero una cerveza no hace nada, bueno dale pedí.
Nos sentemos allá con los chicos Juli, así es más divertido; donde vos quieras Tefi, donde vos quieras.
Tefi, se me acalambra el oído de escucharlos hablar de autos, vos porque no entendés nada, ¿y vos sí?; no yo tampoco, pero me interesa; el precio de los autos te interesa, callate si con la herencia yo estoy bárbara, si pero para siempre no te va a durar, vas a tener que trabajar; o buscarme un novio con plata; siempre igual vos, siempre igual.
¿Por qué no invertís y te ponés algo propio?, yo no sirvo para eso, bueno pero te puede ayudar tu hermano, ni muerta, no es tan así, si es. Algún día se van a tener que arreglar, no va a ser ahora, ¿por qué tanto kilombo?, por la perra esa que tiene de esposa, no es tan mala; es una perra Juli, si es verdad es una perra. A vos te gustaba mi hermano ¿te acordás?, hace mucho Tefi, antes de Martín; sí, lo elegiste a Tincho y mirá como te fue; basta con eso Tefi, perdoname no me lo banco. Fue cuando yo estaba con Eze ¿te acordás Juli?, era simpático; un simpático hijo de puta era Tefi; si, hijo de puta si era, pero simpático, mejor que Fernando y que Pablo era, y que Santiago también; no hace falta mucho para ser mejor que Fernando y que Pablo Tefi, y menos que Santiago; si, es cierto, no hace falta.
¿Y Joaquín? ¿No apareció más Tefi?, que va a aparecer si lo mandé al carajo, hiciste bien; si, bien sola me quedé; bien al fin y al cabo.
¿Y qué fue exactamente lo que te dijo Martín?, que no quiero hablar de eso, no seas pesada; vas a ver que terminamos la noche tomando un café y hablando de eso, y vos llorando; yo no lloro Tefi; si, si y a mi me encanta laburar; ¿cuántas veces me viste llorar tarada?, millones, ¿cuáles?, cuando se murió tu abuela, era una situación extrema; cuando te dejó tu primer novio ¿Nicolás era?; no, Nacho se llamaba, bueno es parecido; no nada que ver; que si te digo, bueno ahí era una pendeja, tenías 19, era una pendeja. ¡Ya sé!, cuando Tincho se fue a España; no lloré ahí; no pero casi, entonces no cuenta; me importa un huevo la cosa es que si llorás, ponele, pero hoy no lloro. Vas a ver que sí, se te nota; ¿qué se me nota?, que estás hecha mierda por el boludo ese; no le digas así, es mi novio; le digo como quiero porque tengo razón, anda a cagar Tefi. ¿Qué pasa?,¿no está seguro de lo que siente por vos?, ¿no te ama tanto como dice?, ¿no le alcanza todo lo que hiciste por él?. ¿Lo hacés a propósito no?, sos muy pendeja Tefi; no hago nada, quiero que me cuentes; no hay nada que contar; ¿ves?, tenés los ojos vidriosos, si sigo hablando llorás; eso querés vos forra, yo no lloro; ¿me vas a decir que no te estuviste preguntando todo el día cosas como esas?, una cosa es que me lo pregunte yo y otra muy diferente es que me lo preguntes vos para ver si lográs hacerme llorar; pero te lo preguntas; ¿qué te importa boluda?; me importa porque necesitás desahogarte, no necesito nada. Está bien, después no me digas que siempre hablamos de mí; si siempre hablamos de vos Tefi, porque vos nunca querés hablar loca; dejalo ahí Tefi, dejalo ahí.
¿Nos están mirando o me parece?; ¿cómo no nos van a mirar si hablás gritando?, ya sabe todo mi secundario que soy una pobre mina fracasada; ¿ves que estás hecha mierda?, no veo nada; era retórica la pregunta, no veo nada.
¿Sabés qué necesitás vos?, estar lejos de ti; no, no, necesitás que nos vayamos de esta reunión de mierda y salgamos las dos solas. Me gustó la parte de irnos de acá, pero con vos no voy a ningún lado; dale vamos, está malisimo esto; quedamos como el orto si nos vamos Tefi, ¿qué te importa, si no los ves más?, bueno dale vamos.
Chau a todos, sí, nos vamos; sí, mañana nos tenemos que levantar temprano; sí, tenemos un bautismo; si, eso, un bautismo.
Listo, ¿a dónde vamos?; a dormir Tefi; que aburrida que sos; tengo sueño, un humor de mierda tenés. Tomate un taxi si querés salir; esta bien, esta bien, vamos a tu casa.
¿Dónde dejaste el auto?, mas allá, ¿más lejos no había lugar?, pero dejame de joder Tefi.
Poné la calefacción ya, no anda, hace un mes que está rota, no tuve tiempo de llevar al auto a arreglar, no tenés tiempo para nada, no porque TRABAJO, bueno bueno ¿eh?, ya está. Puta hay cada imbésil manejando; yo tendría que aprender ¿sabés?; vos serías un peligro con un auto; sí, pero no me tendrías que buscar más. Me podrías enseñar vos Juli, ni en pedo, dale forra, que no Tefi.
Mirá, acá me compré este saco, ¿ah si?, sí, mirá vos che. Ay, ¿sabés que?, andate a la mierda, dejame en casa; te estoy jodiendo boluda, vamos a mi casa a tomar un café; no ahora no tengo ganas, no seas pendeja Tefi, bueno está bien.
Yo me bajo acá porque me da miedo la cochera, ah no te la puedo, me bajo acá, bueno bajate.
¿Por qué tardaste tanto en abrirme?, el boludo del 2ª se estacionó de nuevo en mi lugar, bueno subamos, si pasá. ¿Acá tampoco anda la calefacción?; ya la prendo, poné el agua; tomemos bailéis mejor; no tengo más; que cagada. ¿Batido y con azucar, no?, qué preguntás si ya sabés; bueno que se yo, capaz estás a dieta; ¿yo a dieta?, no digas boludeces Juli; tenés razón.
¿Qué sentís?, ¿qué siento con qué?, con Martín Julieta, ¿con qué va a ser?, uy otra vez con eso; y si a eso vinimos, y lo sabés. Me da miedo, si ya sé, siento que fracasé, si ya sé, me duele mucho porque yo estoy segura de que quiero estar con él para siempre; ¿muy segura estás?, es mucho tiempo para siempre; sí, muy segura estoy.
Pero pensá bien, si te lo hubiera dicho él te hubieras asustado vos, no es joda el casamiento, para siempre es mucho tiempo. Sí, puede ser, pero no me hubiera desaparecido así, hace tres días que ni me llama; ¿y vos lo llamaste?, no, ni en pedo; no seas tan orgullosa; no es orgullo; ¿y qué es entonces?, es un poco de dignidad.
Me muero si me deja, si ya sé, pero ¿vos estás segura de que estás enamorada de él?, ¿no será que estás acostumbrada nada más? No Tefi, estoy segura.
Bueno Juli, dale un tiempo, dale espacio, que piense, vas a ver que se va a dar cuenta y va a volver, ¿a dónde va a encontrar a una mina tan hincha pelotas como vos? No jodas Tefi, te estoy hablando en serio; bueno por lo menos te reiste un poco, si querés te hago llorar no hay drama. Ya va a llamar, quedate tranquila, está asustado nada más, para siempre en mucho tiempo.
¿Te quedás a dormir?, ni en pedo, dale por favor. ¿Julieta vos me estás pidiendo por favor que me quede a dormir acá?, sí, como cuando vivíamos juntas; por algo me mudé Juli; es una noche nada más; bueno está bien, peor duermo en el otro cuarto; dormí conmigo dale; ni en pedo Juli te movés un montón, te prometo que no, no me podés prometer eso, bueno dormí en el otro cuarto pero quedate.
Ni siquiera tengo cepillo de dientes, pero si siempre tenés uno en la cartera, si pero hoy justo lo saqué, tengo uno sin usar; está bien, me quedo, pero ni se te ocurra despertarme mañana; te prometo que no. Prestame algún pijama, tomá, no me entra esto Juli, si te entra no jodas. Bueno chau Juliet, que duermas bien; vos también Stefany; no jodas con mi nombre porque me voy; ¿en qué te vas a ir?, en remis, ay no seas tan histérica.
TEFIIIIIII, ¿qué pasa?, sentate acá un ratito, que boluda me asustaste. No llores Juli, no lloro Tefi, dejá de sacar lágrimas por los ojos, ¿te quedás conmigo hasta que me duerma?, ¿qué, tenes 5 años?, por favor, dormí tranquila yo me quedo acá, y no llores; yo no lloro pelotuda.

Un día

Empezó todo sin duda cuando estando debajo (se dice debajo, bajo o abajo?) de un árbol en la bendita hora de E.F., sentí que una gota me mojaba parte del pelo y la frente, cayó de arriba, como caen la mayoría de las cosas. Dado que mis queridos compañeritos estaban jugando con espuma loca, pensé que de eso era la gota, pero cuando procedí a olerla, me dí cuenta q no era otra cosa q pis. Si, pis. Me di vuelta y pregunté q me habían hecho pero nadie supo responder. Pensé en q quizás me había meado un elefante (para poder graficar el dicho popular) pero de ser así tenía q ser Dumbo o algún pariente del orejón volador, y clasifiqué de imposible la hazaña, y ahora pasadas 6 horas me pregunto si las palomas mean, seguro que sí.
Salí apurada porque tenía q llegar al centro, por SUERTE el colectivo llegó rápido y hasta encontré un asiento. En una de esas un pendejito que estaba al lado (no tenía muchos mas de 2 años menos que yo) me empezó a hablar. Me preguntó a dónde iba y cuando respondí que a terapia, el pobrecito me preguntó por qué. Yo pensé que quizás era inocente o pelotudo por no darse cuenta, pero me quedé con que no me conocía en absoluto.
Después de una sesión fuerte (así la calificó la psicóloga), decidí llegarme (q feo que suena) a Plaza San Martín a buscar una casa de herrajes (si, una casa de herrajes) pero obviamente no la encontré, y de haberlo hecho seguro estaba cerrada.
Para ese entonces ya eran las 8 menos cuarto y decidí regresar a mi hogar. Tanteé el cospel en el bolsillo y me dirigí a la parada. Mientras esperaba, me pregunté por qué en vez de poner paradas inteligentes (en qué pensarán las paradas?) no mejoran un poco los bondis que te llevan como vaca al matadero.
Miré un poquito a los costados y leí claramente un graffiti que decía: Que se vayan todos. Que se vaya qién? Le habrían usurpado la casa calculo, una familia numerosa sin duda, extraña manera de quejarse. De los políticos no creo que hayan estado hablando porque ellos mismos los eligen, aunque votan al que tiene menos cara de garca y de ahí dale que va (dale que va? Terrible frase).
Al lado mío había una mujer con un nenito, cara de chino tenia el pobre, capaz no veían bien. La mina era bien argentina pero pobrecita el nene le salió con cara de chinito (será chino en serio che?, porque hay muchos de esos que tienen cara pero ni que ver con la China, por nombrar uno de tantos productores de personas con los ojos alargados (podría decir Corea, Japón, Filipinas, pero no, China está bien)).
Apareció en la esquina un camión de Crese y pensé en pedirles que me alcanzaran, si yo ahí me mezclo bien. “En la basura siempre hay algo que vale la pena, es como el Ying y el Yang che” , me lo dijo una vez un linyera. “Un poquito de acá un poquito de allá y te armás un loft en pleno puente Zípoli nena” (si, loft había dicho el viejo).
Dado que el E5, después de 25 minutos, no tenía intenciones de aparecer me prendí un cigarrillo. Yo en cabalas no, pero que las hay las hay. Ni bien lo prendo aparece el arrogante en la esquina, lleno estaba, ni paró, no te digo que como vacas al matadero?
Después de otros 20 minutos decidí tomar un taxi, tachero bien me tocó, de esos que no hablan, si hasta me prendió la luz para que Cortázar me haga pensar un rato.
Al llegar al hogar busco en el bolso simil cartera, y no, no tenía llave, toco el timbre y nada, había que esperar, y las gotitas me empezaron a mojar la cabeza, pero ahora eran de lluvia.
Debió haber sido Dumbo, seguro. Pero yo pesimista no soy, no, yo no me quejo.

Así de irónica

Así de irónica es la vida,
que me dejó ver el sol,
ahora que se hace de noche

Sobre la Literatura

El hombre se sienta, acomoda los papeles y se dispone a escribir. Se retira hacia atrás, abriendo una puntual distancia entre sí y lo que será su obra. De ahí que pueda sonreír con la disciplina de quien ejecuta un acto que no es el propio cuando levanta la lapicera para ahogarla en el tintero. Pero el movimiento ha sido demasiado brusco: la mano roza el tintero, éste da dos o tres vueltas sobre sí mismo, y cae mediúmnicamente.
La tinta nace a borbotones, empujándose a si misma con atropello y se abre por fin a toda la superficie del papel. El hombre observa todo con pudorosa vergüenza, sin dar con ninguna acción reparadora. Piensa que se ha perdido poder escribir miles de palabras, pero tiene la curiosa sensación de que todas están allí, en una gruesa mancha de victoria.
Ahí y solo ahí comienza a ser escritor. Porque la escritura no es sino tinta derramada. Una equivocación previa es siempre su origen. Nadie escribe por acierto, se escribe por fallido, por error involuntario. El hombre se equivoca, calcula un mal gesto y surge el texto, la tinta se derrama y toda la labor del escritor se reduce a rendirse ante la perplejidad de lo irremediablemente consumado.


Eduardo J. González Tena

Ciencia perfecta

Será una ciencia perfecta,
tan voraz, tan siniestra?
Será un objeto perdido,
una calamidad, un río?
El arte oculto de un suspiro,
una queja, una lágrima, un grito?
Será silencio de doble filo,
que calla y otorga?
Un delirio, un maltrato, una sonrisa?
Será un quizás, un tal vez,
o nuestra historia contada al revés?
El sueño de volar, el juego de crecer?
El amor, los niños, el miedo a envejecer?
Serán tus labios tibios,
tus ojos lata, los míos?
Una canción, un desafío?
Será serenidad o camino?
Caminos largos, vueltas de hilo.
Será conciencia, serán palabras?

Será una ciencia perfecta,
tan voraz, tan siniestra?
Una canción de cuna, un rasguño, una promesa?
El vacío que deja el olvido, la fortaleza de los desgraciados?
La indiferencia, el desarraigo.
Será un tormento, una balada, un suicidio?
O la furia del orgullo herido?
Un mal presagio, un desvarío,
una locura, un cuerpo frío.
Será susurro o risa?
Cantos, flores o pasos largos sin prisa?
Será martirio, pestes, ruidos?
Será un amor impedido, desilución, cartas viejas, castigos?
Será educado o será un peligro?

Será una ciencia perfecta,
tan voraz, tan siniestra?
Será eterno y repetido.
Será incurable, será una puta espina en la planta de mi pie.
Será como el sol, el agua y los diamantes.
Será canción, será poema, será pintura.
Será el roce de las telas, las lágrimas que se secan.
Será una mancha, un dos por cuatro,
una espera, una mentira, un engaño, una esperanza.
Será tu fuerza, la mía, la nuestra.
Será dolor, eterno amigo,
ciencia perfecta,
tan voraz, tan siniestra.
Será dolor, casa y abrigo.
Será mi amigo.
Será dolor, sérá la pena,
será dolor, ciencia perfecta.

Cuento de un Mateo

Bajo los ojos del sol, Mateo cantaba en voz baja camino a la facultad. Le hubiera gustado gritar, gritar apasionadamente en el medio de la gente, y de la calle, y de los locales llenos de ropa, y de las caras vacías; la letra de esa canción que lo encantaba; pero en cambio la tarareaba tímidamente, preso de las miradas ajenas, de su verguenza y su necesidad de demostrar que estaba cuerdo.
Bajo los ojos del sol, y con la cabeza gacha, Mateo cantaba camino a la facultad. Cargado a más no poder, apenas se asomaban sus dos grandes ojos por arriba de carpetas, planos y maquetas. De más está decir que Mateo es estudiante de arquitectura, como de más estaría decir que tiene 22 años o contarles quizás su verdadera historia.
Mateo llegó a la facultad cuando al sol le estaba bajando sueño. Entró, saludo a aquellos cuerpos que eran sus compañeros y se sentó en el último lugar que quedaba vacío. Esa no iba a ser una clase fácil, porque ese día no era un día fácil, porque él la extrañaba y no dejaba de pensar, porque ella no lo dejaba en paz y, con su cara pegada en la frente, difícil iba a ser concentrarse.
Comenzaron los ruidos, la voz de la profesora que lo aturdía -si es que esa mujer que no paraba un segundo de fumar era la profesora-, los comentarios de sus compañeros, los lápices sobre el papel, la cara de ella en el medio de la frente, ahí entre los dos grandes ojos; empezaba a dolerle la cabeza, un dolor inaguantable, un par de agujas clavándose en sus sienes.
- Teo estas bien? Estás pálido loco.
Hacía 10 minutos que estaba mirando su hoja en blanco y a fuerza de camaleón, pensó - Mateo pensaba la mayor parte del tiempo en esas cosas que nunca, nunca resultan útiles- quizás se le estaba pareciendo. ¿O era el olor a cigarrillo, o la voz ronca de aquella mujer que ya no podía reconocer, o la hoja en blanco justamente? Ni una idea, cero inspiración, hoja en blanco, justamente.
Le contestó con un gesto al compañero -del que, para ninguna sorpresa, no recordaba nombre, apodo o referencia alguna- fingiendo que "todo bien" y volvió a mirar la hoja; pero esta vez con fuerza, como intentando penetrarla con sus dos grandes ojos y que de ella surgiera algún proyecto iluminado, una idea brillante, pero nada, no lo consiguió.
Hizo más fuerza esta vez y de la hoja empezaron a brotar unaa una las líneas. Curvas, rectas, comenzaron a formar una figura y él fascinado observaba el espectáculo.
Al terminar, no había en la hoja otra cosa que el rostro de ella, perfectamente reconocible, fácilmente adorable. Indignado por la imagen apretó los grandes ojos y al abrirlos ella ya se había ido, como se va siempre y siempre se está yendo. Siempre partiendo, siempre una nueva aventura, un nuevo viaje, siempre despidiéndose de él, él que no le pide que se quede -ni una sola vez- por el miedo de perderla; entonces la pierde, pero a veces, a veces ella vuelve, para poder volver a partir.
Y simplemente -simple y mediocremente- con eso, él es feliz; y los árboles son más verdes, y los pájaros cantan más fuerte y la vida es tán fácil. Pero ella vuelve para partir, y se lleva todo lo que trajo y a veces un poco más. A veces de a poquito, se va llevando eso que él tenía de antes, de antes de que ella llegara, de antes de conocerla en aquel café al que va cada viernes por si la encuentra, hermosa, sentada en la mesa de siempre, a la derecha del mostrador.
El dolor de cabeza cada vez más intenso, Mateo ya no aguantaba, se levantó, con un gesto rápido tomó sus cosas, miró a su alrededor para asegurarse que no le faltaba nada, y se fué, sin mucho meditar. Mientras salía, la mujer hizo una pausa, y hasta dejó de fumar y su compañero -ese que no tenía nombre, ni apodo, ni referencia alguna- le volvió -insistente- a preguntar:
- Teo estás bien?
Pero esta vez Mateo no respondió, porque no era necesario, porque aunque dijera "sí", ni su compañero ni esa vieja le iban a creer, porque al fin y al cabo a ninguno de los dos realmente les importaba si él estaba bien o no, y si les importaba, no iban a ponerse a escuchar sus problemas, y si lo hacían, no los- iban a entender, y si lo entendían, entonces ya no les iba a importar. Entonces Mateo no respondió, y se fue.
Al salir, el sol se había dejado hipnotizar por los encantos innatos de la luna, y había cerrado sus párpados por completo, dándole lugar a una larga y fría noche, de esas que uno ruega no tener que pasar sólo - SÓLO,con el acento sobre la o, si, porque así suena más fuerte-.
Y Mateo rogaba, pero sin esperar ser escuchado. Rogaba con la misma esperanza con que uno desea cambiar algo del pasado. Rogaba por el ruego en sí mismo, ya no por los resultados.
Era viernes y faltaba poco para las 8 de la noche. Se encaminó a su lugar, al lugar donde se acomodaban plácidamente sus viernes a ver las horas pasar; casi sin pensar, casi por instinto.
En el camino recordaba momentos juntos. Ella le dibujaba una sonrisa y al segundo le hacía soltar una lágrima, pero las lágrimas de Mateo siempre eran por el frío, o por alguna intrépida basurita en el ojo, o el viento, o el agente que lo ayudara a disimular.
Ella, ella que tanto llamamos ella, era Jazmín. Nombre de flor, sí, pero Mateo siempre creyó que debió haber ténido nombre de pájaro, siempre pensando en esas cosas que nunca resultan útiles porque en nada hubiera cambiado que ella hubiera tenido nombre de pájaro, pero era justamente por eso, que a él no le gustaba llamarla por su nombre. Justamente por eso, le inventaba sobrenombres y al hablar con alguien más, decía simplemente ELLA. Ella con nombre de pájaro porque ella era libre por naturaleza, más bien, si no era libre, no era. Como esos pájaros que mueren inmediátamente al ser encerrados. Él lo había comprobado, los celos, las demandas de tiempo, de dedicación; la secaron, a Jazmín, por supuesto -a veces servía que tuviera nombre de flor-. Se fué adaptando, digamos que se adaptó tanto que cambió. Perdió todo su encanto, perdió su esencia, esa alegría que desprendía, esa despreocupación que hacía que todo, todo pareciera tan fácil. Perdió en su cara esa expresión que daba ganas de vivir, ganas de soñar, ganas de creer.
No tardó mucho Mateo en cansarse de esa mujer que no era de la que él estaba enamorado, y entonces la dejó salir. La liberó y ella, libre, volvió a ser la de antes. Y Mateo lo notó, al verla de nuevo un viernes, como la primera vez, en el mismo café de antes.
Nunca más planearon un encuentro, dejaron que el destino y las coincidencias se hicieran cargo de ellos y los encontraran a su antojo, y disfrutaban cada momento como el último, porque muy probablemente lo sería. A veces pasaba una semana, otras un mes, llegaron a pasar 4 meses y al regresar ella le habló de Oceanía y de Asia y de las playas y las comidas exóticas.
Mateo se volvía loco, desesperaba sólo de no poder buscarla, de no poder llamarla, de no saber dónde estaba, o con quién; pero sabía al mismo tiempo, que en el momento que se adueñara de todo eso, dejaría de interesarle. Entonces se acostumbró. Como quien se acostumbra resignado a lo inevitable.
Faltaban sólo dos cuadras, el rostro de ella pegado en la frente, pegado en el pecho y en cada cara que miraba, cada cartel, cada esquina. 5 meses sin verla, pero esta vez era diferente, esta vez algo le decía que nunca más la volvería a encontrar, no sabía bien por qué, pero esta vez, se estaba volviendo loco.
Llegó al café muerto de frío y antes de entrar, levantó la cabeza y miró hacia adentro como siempre. Y ahí estaba, se refregó los dos grandes ojos para saber que no era una alucinación, porque a esa altura alucinar no lo sorprendería, pero al abrirlos, ella seguía ahí. Esta vez, como nunca, sin partir. Mateo la vio, hermosa, como siempre, sentada en la mesa de siempre, a la derecha del mostrador, charlando con el mozo de siempre -y ese café era quizás lo único que ella no había cambiado ni un poco en 3 largos años- y fue felíz, y los árboles más verdes y el canto de los pájaros más fuerte y la vida mucho, pero muco más fácil. Mateo la vio, fácilmente adorable, hermosa como siempre, y, por primera vez, siguió de largo.

lunes, 28 de marzo de 2011

Alice

Me hablabas de política, de salvar a las ballenas y del calentamiento global.
Hablabas del Che, de Fidel, de Marx y de los gorilas.
Del fin del mundo el año que viene, de los Mayas y la colonización.
De actores famosos y películas excelentes.
Me hablabas de astrología, de la Vía Láctea y la Osa Mayor; de los glaciares y la minería a cielo abierto.
Del aborto, la 8113, los cárteles, del capitalismo.
Me hablabas del amor, la entrega, los celos, la obsesión.
Me hablabas de tus miedos, tus sueños, tus deseos.
De recorrer el mundo, de conocer Tailandia y Machu Pichu.
De yoga, reiki, tai-chi, angelólogas, de problemas y dudas existenciales...
Y yo me preguntaba, ansiosa, cubierta de expectativas, inocente; esperando una respuesta que me hacía temblar de sólo pensarla, ilusa y llena de temores como un niño:
¿Cuándo ibas a terminar de decir toda esa sarta de pelotudeces?

Y pensaba en el conejo blanco y en los duendes que últimamente me andan cambiando las cosas de lugar.

domingo, 27 de marzo de 2011

Trans-lúcidos

Sonaba Stevie Ray Vaughan, un calor irremediable, aire viciado con sermones, reproches, pasado y otras cosas que hay que dejar salir.
La música ordenaba todo, manipulaba todo en su esencia atmosférica y sensual -the sex and the sax-.
Desprendiendo hormonas en todos los sentidos, dejando que el tiempo haga por ellos todo eso a lo que no se atreven.
Dejando que suceda, pensando poco, muy poco y nada.
¿Y qué hay de malo en dejarse llevar?
Acaso...
¿Acaso aprendieron a planearlo todo, a esperar, a prevenir?
¿Acaso un índice gigante los juzgará hasta la vergüenza?


Tan sólo 24 días cargaban el agobiado atardecer...
Tan sólo 24...

¿Quién nos impide ser felices sino nosotros mismos, cuánto tiempo hacia...?
Quizás dejar de pensar, eso era.
Palabras exhaladas en una respiración, como algo necesario y que debe ser... ante todo debe ser.
Confesiones naturales del envión.
¿Y desde cuándo está prohibido?
¿De cuántas formas la vida nos engaña?
De cuantas formas burocratizamos cosas tan simples, escribiendo manuales eternos sobre qué hacer, cuándo, cómo y por qué hacerlo.
Mejor dejarlo ser, dejarse llevar por el vendaval de impulsos y arranques esquizofrénicos de ternura y lo demás.
Mejor dejar que los cuerpos se entiendan y las almas se trasluzcan; mejor dejar decidir a los sentidos. Mejor dejar de pensar.
¿Quién nos impide ser felices sino nosotros mismos?
¿Cuánto tiempo hacía?
Hacía mucho tiempo, y un calor irremediable.

jueves, 17 de marzo de 2011

Tactless

Las pieles se rozan, las manos recorren los cuerpos agotados del andar -todo se funde en ese momento, todo es hermoso: la respiración agitándose, el sudor brotando por cada poro, los espasmódicos movimientos que buscan librarse y a la vez atarse más y más, formar un solo nudo con la otra piel, la ajena, que deja de ser ajena para dar paso a un todo. Una sola forma, un sólo ser, un sólo existir.-
Todo sucede en un segundo y ya han pasado horas. La lucidez escasea, los cuerpos se dejan llevar y bailan una danza confusa y espesa.

Ellos se miran, sonríen, se detienen un segundo,
pero no son ellos quienes lo hacen realmente. El tiempo mismo se ha detenido en el momento en que llegaron a esa cama, para poder apreciarlos.
Ella descansa, él acaricia cada rincón de su cuerpo, hablan en una lengua que sólo ellos podrán entender.
El tacto, el increíble tacto, el asomar de una caricia entre los labios de una sonrisa que es mas allá de esos labios, que existe hacia la infinidad y se proclama pura y entusiasta.
Que sabio es Dios, que no negó a ningún ser tan admirable sentido. Que permitió a toda piel el placer de otras manos, otro cuerpo intentando reconocer y poseer el propio.
Ellos se miran, sonríen. El tiempo quisiera seguir inmóvil pero ha llegado el momento de vestirse, de que esas pieles se cubran bajo la crueldad de unos paños que no les permitan cumplir su función -ni sus deseos-.
El tiempo quisiera pero las prendas se han acomodado minuciosamente en su lugar, han enceguecido a las indefensas pieles, y el tiempo no quiere -no- pero debe continuar.
Y las pieles quedarán ahí, mientras corre el tiempo que hasta hace un segundo estaba quieto, espectantes, enceguecidas, mientras ellos cubiertos de ropas, se miren, y se sonrían.

domingo, 13 de marzo de 2011

Esculturas

Que se me pinte una cara en un jabón.
No, no es casualidad. La  gota cae -reiterativa-, lastimando cada partícula, zurcando la compacta masa.
Primero son los ojos, después la nariz, y la boca.
Una boca que no dice nada.

Llueve

La lluvia cae, de una manera especial; como a veces cae una lágrima o una ilusión mal formada.
Cae con fuerza, haciendo ruido, haciendo agujeros.
Cae doliendo en cada centímetro que empapa sin dejar rastros.
-Llueve sobre mojado-
Cae la lluvia, porque sabe que siempre podrá volver. Cae sin miedo, sin prejuicios -y que envidia- porque sabe que siempre podrá volver a caer.
Cae como si fuera la última vez, que ironía, como cae... esta lluvia que desde el medio día esperaba incómoda en una nube.
Me caen las gotas en la cara -me caen bien- porque cambian, cambian todo el tiempo, imposibles de reconocer.
Ya no llueve allá afuera, es hora de comer. Y me resigno a que esas gotas sean parte de la tierra o de un río y después del aire y después de estar apretujadas en una nube, vuelvan a caer; como a veces cae una lágrima, o una ilusión.

Acá

Serías tan perfecto si tan sólo fueras un poco más...
Pero no lo sos, por algo o porque sí y aún así te amo. Y me parece un tanto inevitable (Últimamente todo parece tan...) - aunque no lo sea-.
Quizás sólo yo genere esto, con tantos espejos rotos y ropa sucia ocupando casi todo; y siempre tan vacia, etc. Siempre un reproche a mano o una canción tristísima, enviciando el aire y el cuerpo mal tratado.
No hay, acaso una muñeca que se parezca un poco a mí. No hay un paisaje que me recuerde algo. O mas bien sí, pero no algo muy mío, sino tirando a ajeno, a hurtado.
Podría quizás dejarlo así, o intentar cambiarte, convencida de que la gente no cambia, y de que el mundo es tan redondo como esta historia que siempre vuelve a empezar.

Cuentas

Hay cuentas,
Hay cuentas saldadas.
Y rencor, siempre va a haber rencor.
Hay, dicen, una sola solución,
amor, le llama aquí el señor.
No es la gran cosa, claro que no.
La gente muere, los corazones se marchitan.
Las almas, vagan en pena por la noche, esperando que quizás un coche, las lleve a algún hotel.
No hay ruidos, no hay colores.
Es todo noche, nada más y nada menos.
Pura noche que se escabulle en mis entrañas para hacerme recordar.
Pura noche que me golpea el pecho,
y me asfixia,
y resucita.

Hay cuentas,
hay cuentas saldadas.
Y dolor, siempre va a haber dolor.
Un dolor de labios fríos,
del olvido que duele
y el recuerdo que duele más, aún.
Dolor de risas gruesas,
de marionetas enfrascadas.
Dolor de Valium, de aspirina.
Dolor sin precedentes, sin amigos,
pero dolor con fanáticos,
que lo siguen y persiguen,
y no lo van a soltar.


miércoles, 9 de marzo de 2011

Media Verónica

Esperando en el estacionamiento... ¿Cómo se puede tardar tánto en Alma Fuerte? Tan pequeño que le parece, todo a la vuelta de la esquina, al fondo a la derecha, a media cuadra de la plaza, o del boulevard que separa las manos contrarias.
Viene Verónica a buscarla, media Verónica como dice la canción. Porque si viniera Verónica entera sería un problemón. (Problemón), le causa gracia la palabra. Son tan parecidas que a veces asusta, porque uno se acostumbra a los hermanos y la crianza influye... pero no si la crianza fue distinta, no si se veían una vez al año cuando mucho; antes de todo esto, claro. Ahora se ven todos los meses y se cuentan las novedades, y pelean juntas contra ella y contra esto, que no se sabe bien qué es pero que existe. Inevitablemente existe.
Inevitablemente, inevitable... le hace eco en la cabeza, rebota contra las paredes, contra cada rincón del cráneo. Rebota de tal forma que siente presión y que le podría salir humo por las orejas.
Últimamente todo parece ser tan inevitable. El tráfico, el viaje en colectivo, las amigas que empieza a desconocer, la angustia, el miedo a estar sola, los desconocidos preguntando cómo estás, la gota que cae en el piso de la ducha creando un ritmo que a veces le recuerda a una canción, el tiempo, más que nada el tiempo.
Si sigue así no va a durar mucho, piensa. Comiendo lo que toca, riéndo cuando se debe, levantándose a fumar un cigarrillo entre pesadilla y pesadilla.
¿Pero qué otra cosa podría hacer?
Si tan solo...
Si acaso la cabeza le funcionara menos, si pudiera prenderse fuego unas cuantas neuronas y ser feliz.
Salir de shopping y ser feliz, emborracharse cada noche y ser felíz, aprobar el maldito exámen y ser feliz, tener un novio lindo y ser feliz, cobrar el sueldo y ser feliz, tener la vida resuelta y ser completa y absolutamente feliz.
Dinamitarse la cabeza, se lo imagina.
Abajo del banco donde está sentada hay un perro, ella no lo ve, pero siente como la cola se mueve y golpea las maderas.
Uno, dos, tres...
Imagina al perro comiéndose los pedazos de cerebro que tanto le están sobrando.
Dinamitarse la cabeza, uno, dos tres... uno, dos, tres... el perro podría comer.
Dinamitarse la cabeza, uno, dos... (bocina)
-Por fin
-Qué cara, vamos a fumar algo.
-Gracias

martes, 8 de marzo de 2011

A la vuelta

Y cada día me sorprende más, o me traiciona. Me hizo caer, y yo, inocente, de nuevo. Me enamoró... me enamoró del pobre Johnny y de su estúpida ezquizofrenia. Logró enamorarme del jazzmen adicto y despúes de unos largos (¿o fueron horas?) minutos lo mató, lo asesinó cruelmente sin más que una página y media o dos.
Y yo inocente, sintiendo que me hacía el amor en cada palabra (no en las palabras exactamente), en su cadencia inevitable, en la forma en que fluyen, que nacen de la que alguna vez fue su mano y hoy no son más que archivos en la computadora de una editorial que se está llenando de plata ( y Aurora sabe...).
Y no hablo de sexo, muy lejos de eso, hablo de amor, de que el tipo me acaricia todo el cuerpo con esas manos largas y flacas, con la yema de los dedos, con esa suavidad. La misma suavidad con la que me acariciabas anoche los hombros y la punta de la naríz. De que me causaría cosquillas si acaso pudiera sentirlas y me haría reir durante horas, durante todo el tiempo que lo tengo en las manos, en los ojos, en la cabeza sobretodo, sobretodo en la cabeza.
Me engañó y yo llorando como una imbésil, muerta de calor en un asiento lleno de polvo y porquerías vencidas. Llorando por el pobre Johnny, por su increíble cordura incomprendida.
Y él ni sabe que existo, nunca lo supo. Él guiando mi vida, yo haciendo que él (él mismisimamente él) guíe mi vida y siquiera llegó a percatarse de mi pobre existencia, tan pobre como la de Johnny o la de él, aunque si de verdad pudiera tenerlo al lado mío, hablando, fumando, tomando coñac, durmiendo o simplemente al lado mío...
A él que está tan muerto, tan muerto como Jonnhy, tan muerto como yo.
Pero ya saben, no mejor que yo, pero lo saben, que me tendré que conformar con lo que me dejó (no a mí, pero me lo dejó) y con su foto en mi mesa de luz mirándome dormir, apreciándome sólo a mí, a mí solamente en todo momento; aunque nunca supo que iba a existir o que quizás lo amara. Aunque me siga engañando o me haga llorar, aunque no sienta las cosquillas pero sé que están ahí, a la vuelta de la página menos pensada.