viernes, 10 de marzo de 2017

Existo para expandir. Para borrar la culpa. Existo para aclarar, para continuar la lucha. Existo para crecer, para desatar los nudos y tejer. Existo para creer, para crear y volver a ser la esencia de lo más simple, la virtud del instante, la boca que dice gracias, “gracias por el aprendizaje”.
Existo para sacarle el jugo a este pasaje, para soltar la mochila e irme de viaje. Existo para sanar el linaje, por la concha de mi madre, de mi hermana, de mi abuela y de mi tía y por el nutricio líquido que derramaron sus vientres. Y por sus dolores, y sus represiones. Existo por el amor y las heridas y soy MUJER como debía, para estar atenta y unida a lo más sutil de la vida, al corazón que marca el pulso de cada día. Y con el poder que me dio la Madre Grande, crear el mundo que merecía. Elejirme pura y entregarme al viento, llegar hasta el fondo de mis pensamientos y saber, que sólo vale lo que siento, y que si corazón doy, corazón recibo y que aunque a veces le esquivo, el tiempo me pone siempre y siempre me ha puesto, donde tiene algo por enseñarme. Por eso me muestro, desde el fondo y sin pretextos, por eso contesto, con la verdad y el silencio, por eso me muevo, de abajo a arriba y no puedo quedarme quieta esperando, preciso seguir andando, cambiar dolor por aprendizaje, dejarme sorprender por el paisaje, bailar en bolas, tetas al viento, desnudarme en cada encuentro y ser libre,

o al menos intentar serlo.

martes, 7 de febrero de 2017

Amanece

Ahora Amanece, como si otra cosa fuera imposible de ser. Estalla la luz en el cielo, empiezan a distinguirse los colores de los árboles, las flores.
Parece que la oscuridad también se agota, y a cada noche le sigue el día, más o menos radiante, le sigue el día. Parece que la oscuridad también se agota y de la profundidad del negro nace mi sonrisa, la tuya, un mimo entre las sábanas.
Parece que después de todo la luz se filtra, ínfimo rayo, y te ilumina los ojos, retazos de océano. Parece que se acaba, sí, la noche, que se dibuja tu silueta en la cama, que te siento siento, que te veo a tiempo... para recordar toda la noche, y saber de qué sirvió el silencio, para no olvidarme del reflejo... que me dio la luna entre los sueños. Y darle gracias al cielo porque ahora asoma el sol y veo, por tu sonrisa y tu piel, y este calor en el pecho, por lo que circula entre nuestros cuerpos, porque te amo, porque te quiero, porque estoy con vos aunque estés muy lejos, porque de repente entiendo, sí, se filtra el sol y recuerdo, le encuentro sentido al tiempo, voy hilando los momentos, me sumerjo en la confianza, la libertad que me respalda, para empezar la revolución, y ver en tu rostro todas las caras de todos los hombres, de todos los niños, y amándote amar al mundo, salir del letargo inmundo, expandir el pecho, mirar a los ojos, saberse en el resto, cultivar la vida, andar con respeto, observando siempre, haciendo silencio, para vaciarnos de todo, para quitarnos el juicio, para aceptar lo que somos y así aceptar a los otros. Para mirar el camino con paciencia y con esmero, para tirarnos al suelo y mirar el cielo, hacernos ínfimos, levantar vuelo, fundir con la brisa, sonar con el viento, las plantas meciendo, entregarse sin reservas, sin remedio, a lo que fluye y lo que mueve, a lo que penetra y lo que duele, a lo que gozo, a lo que incendio, a lo que viene y lo que dejo, a lo que pajarito pajarito*, tan mío y de nadie.
A lo nuevo y al recuerdo, al amar sin recelo, a la creación y al misterio, a darle ruedo al juego, a ser desde lo más pequeño, de cada día, de cada sol que asoma en el cielo y que se filtra. Dando gracias a la noche, a cada noche, que trae lo nuevo.

miércoles, 23 de diciembre de 2015

No acepto el mundo. No voy a aceptar el mundo, simplemente porque no lo es. Porque podría ser cualquier otra cosa y no este circo de baratija. Un pájaro azul cruzando el infierno, un hombre que planta flores mientras se prende fuego. No me entrego a lo real. El mundo me sufre y me sofoca. Un pájaro azul y no esta sopa en sobre recalentada. Una vida y no esta muerte vacía y lenta. Voy a crear miles de mundos y a destruirlos de un chicotazo, voy a crear miles de mundos y a creer en ellos, voy a refugiarme en ellos con los oídos tapados. Voy a crear miles de mundos y a creer en ellos porque tengo una sed exuberante, un deseo exagerado, incauto y peligroso, de vida.

lunes, 27 de julio de 2015

Cuándo nos desorejonaremos?
Olvidaremos las palabras
una a una
ya verás
al principio nos será difícil
nos va a aturdir el silencio
las perras negras rebotando
todas juntas contra el cráneo.
Pero con el tiempo,
ya verás,
sólo las recordaremos vagamente
y luego no significarán nada
serán como cualquier otro sonido:

un portazo
el canto de un pajarito
la pava que silva

serán sonidos
huecos
como los otros
llenos
como los otros

y nosotros
nos desnudaremos
sin más certezas
que las de nuestro tacto.

miércoles, 10 de junio de 2015

¿De qué mierda me sirve la poesía
si está hablando de tu muerte?
Si vos estás realmente muerto 
y yo no hago más que
escribirte describirte
llorarte dolerte
con las mismas palabras
las misma putas palabras de siempre
frígidas
inmóviles
muertas
tan pulcras
tan limpias
de llanto de sangre
me cago en ellas
me cago en la puta poesía

que no te trae de vuelta

martes, 9 de junio de 2015

Se me parte la cabeza

se me parte la cabeza,
me la he golpeado 100 veces
y no, no se arregla
se me parte
y me congela
me encadena
se me parte
se despieza
y los pedazos se escapan
me miran 
de frente
me hablan
se me cagan de risa
se me parte la cabeza
se cae
se quiebra
los junto a los pedazos
los ordeno
(rompecabezas)
faltan piezas
los ordeno
se me parte la cabeza
(quizás buscar debajo de la cama)
los pedacitos me miran
te estoy diciendo que me hablan
los callo

(se me parte la cabeza)

Matilda y los semáforos

Era el primer día de clases y Matilda caminaba rumbo a la escuela de la mano de su madre. A partir de ese mismo medio día, empezaba a ir y volver ella solita y su mamá iba a explicarle todo lo necesario. En el camino llegaron a una esquina en la que se cruzan dos avenidas y el semáforo se puso en verde, entonces la mamá de Matilda giró sobre sus pies y cruzaron en la dirección perpendicular, aprovechando el semáforo en rojo. Matilda escuchó atentamente cuando su madre le dijo que eso había que hacerlo siempre que se ponía un semáforo en verde, pa-ra ga-nar tiem-po. Matilda no sabía que el tiempo se podía ganar…

Así fue que cuando terminó la jornada y sonó el timbre, Matilda empezó a caminar hacia su casa. Eran pocas cuadras las que le esperaban por delante pero en un momento llegó a esa esquina, la de las avenidas, y el semáforo se puso en verde…. Matilda recordó los concejos de su madre y cruzó en la dirección perpendicular, pero al llegar a la otra esquina, el semáforo ya estaba en rojo y Matilda aprovechó para cruzar otra vez… al llegar del otro lado, Matilda vio que el semáforo volvía a ponerse en rojo y volvió a cruzar, para ganar tiempo. Así Matilda estuvo casi una hora, hasta que llegó su mamá preocupadísima y enojada y preguntándole si acaso era tonta.