lunes, 4 de mayo de 2015

Yungas I

Y volverme una especie de Rainha de la selva, aunque mi color de piel y mis ojos. Pero aún así cubrirme de enredaderas y dirigir con un bastón de madera noble, tallada hasta el último detalle, la lluvia y las corrientes de los ríos. Llegar un día a una cascada y sentarme en la orilla, quedarme quietita ahí, como la piedra más grande, y con los días cubrirme de musgos y de insectos, dejarme habitar, ser paraje de las mariposas y sostén de los líquenes. Dejarme recorrer, erosionar, desgastar, socavar por el agua, hasta, finalmente un día, desaparecer por completo.

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