domingo, 27 de febrero de 2011

Para seguir

Caminaba por la vereda cuando cayó. Era una bola de piedra encendida en llamas, o un meteorito si es que asi le llaman, si es que eso era.
Cayó justo enfrente mío, cerrandome el paso.
Tal atrocidad se imponía para detenerme pero yo tenía que avanzar, tenía que seguir. Entonces intenté cruzar la calle, pero apareciste vos, en un auto negro y vestido de azul. Pusiste balizas y te plantaste ahí en el medio, como si el mundo se hubiera detenido, como si no notaras el meteorito en todo su explendor cortandome la vereda, a punto de prenderme fuego.
Volví hacia atrás y vos pusiste reversa. No entendí si eras de la C.I.A. o me querías secuestrar pero me estabas bloqueando el paso y yo tenía que llegar.
Pensé en bajar la cabeza y dar la vuelta a la manzana, pero esta vez ya no podía, ahora tenía que llegar, seguir, y rápido.
Entonces me cruzé en frente de tu auto, un poco con miedo pero desafiante. Y vos aprestaste el acelerador, lo apretaste con furia y sin compasión, pero el auto no se movió. Yo no se si se apagó o te olvidaste la primera. Pero me cruzé de vereda,

y seguí.

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