Lo veo como algo definitivo, digo, este estar aquí, tan mío, mirando siempre hacia afuera, hacia otros muros, otros jardines. Y hasta si el hombre de las erres borradas me susurrara en la brisa.
Y no le importara hablar mal el español, o si un gato blanco caminaba por el techo del frente y se mezclaba con lo blanco de la pintura del techo del frente y uno no supiera distinguir el gato del techo, o el tacho, que también está lleno.
Que regocijo gozar así de estos momentos, tan oportunos, en que mi mano toma la lapicera y se va, nos vamos lejos. Jugamos con las nubes de este cielo, que hoy está nublado.
Por un instante, que durará lo que para ti sea un instante, poder sentir el placer de reconocerme de un vistazo, sin mayor esfuerzo, desde las nubes, allá bien lejos.
Sólo aquí, sólo contigo en mi regazo, mientras te rozo. Y te releo.
Ella quiere
ResponderEliminares imposible leerte sin cautivarme
ResponderEliminargabito
hermoso
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