Si al menos las gotas corrieran hacia abajo, se deslizaran como es natural que todo se deslice... pero son como pequeños fantasmitas transparentes corriendo una carrera empecinadamente horizontal, viento en popa armando y desarmando su esencia, adhiriendo a la corredera a diminutas gotitas estáticas que aguardaban tranquilas y ahora ya son todo, mismo. Y otras van quedando apenas, como una huella viva del pequeño fantasmita que se aleja a toda velocidad y esperan, aguardan, al viento, al todo.
Si al menos las gotas corrieran hacia abajo, pero ni ellas. Y avanzamos, cruzamos la ruta 5 y vamos volviendo al todo, mismo. Nosotros sí caemos, porque la carrera es inevitable. Somos la gota que golpea el vidrio, la gota que estaba cayendo del cielo y se chocha el vidrio y conoce su destino pero espera al viento, al todo, mismo... y avanza.
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