lunes, 30 de mayo de 2011

Del fin del mundo

Del fin del mundo escucho hablar a veces a mis amigos. No es el caso de mi ciudad, pero nunca falta el loco con el cartel al cuello proclamando el fin de la humanidad. Dejenme decirles, amigos linyeras y delirantes, que no están tan errados, al fin y al cabo tenemos naturaleza autodestructiva y esto se pone cada vez más negro. Y ahora sí quizás los más locos terminemos siendo los más cuerdos.
Yo no sé que va a pasar, si se va a terminar el agua, o la frecuencia vibratoria va a cambiar, o quizás los compadres del norte desaten una guerra nuclear.
Pero tampoco me interesa.
Lo que me pregunto es por qué esa manía de ser el centro del universo. Lo que me pregunto es por qué nadie se pregunta si esto no es un ciclo, y cuántas veces se habrá repetido.
Un ciclo de millones de años. Hoy el fin y mañana puro vacío, una partícula que explota en mil pedazos, el universo. Y después el sistema solar y de repente un planeta inhabitable, y despues atmósfera de nuevo, tormenta y organismos unicelulares. Algas, peces, anfibios, reptiles, dinosaurios, meteorito. Mamíferos, monos, hombres primitivos. El fuego, la agricultura, la escritura; y a escribir una nueva historia que quizás sea la misma pero quizás no.
Y de nuevo descubir la electricidad y la pólvora, la bomba nuclear y destruirnos unos a otros, agotar los recursos, contaminarlo todo y después, después el fin del mundo de nuevo.

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