jueves, 23 de junio de 2011

Entre las cuerdas

Esto de estar así, tan entre las cuerdas, tan esperando el tecer golpe en las tablas.
Esto de estar mirando el cielo con una lágrima al borde de cada ojo y siempre al borde, intentando encontrarte en la silueta de alguna nube.
Estos días tan horribles, tan grises, tan de mierda, en que miro una foto o leo una carta y me pregunto ¿dónde estarás?, ¿qué nos pasó?
Y me refugio en la bronca y las ideas suicidas, en los semáforos en rojo y la velocidad.
Estoy tirada en mi cama, fumando y escuchando jazz, afuera llueve y cualquier excusa es buena para llorar, pero no sirven.
Sólo te extraño, me golpeo el pecho y te extraño inmersa en este dolor inconfundible y me convenzo más y más de que nadie me entiende. Escucho sus planteos, sus problemas, sus reproches y sus exigencias y me convenzo, y te extraño y me pregunto ¿donde estarás?, ¿qué nos pasó?
Y los discos allá siguen dando vueltas y no me puedo subir, si me detengo el mundo me aplasta, es una esfera gigante, pesada y gigante que gira, pero no quiero pelear más.
Quiero arrancarme esta sensación tan puta de estar sola, arrancarla y si puedo, de paso quitarme el corazón.
Sonreir como Dios, las publicidades y la familia mandan. Prenderle fuego a mi cabeza en una olla con alcohol y soñar, que la historia se parece más a los sueños.
Sueños donde vos si estás y no tengo que mirar al cielo y preguntarme ¿dónde estarás?, ¿qué nos pasó?
Sueños donde no es carnaval, donde todos no son más que lo que son, y no hay lástima, no hay máscaras ni Venecia. Donde estás vos y estoy yo, y el mundo es un lugar agradable y no hay dolores inconfundibles, ni pesadillas cada noche. No hay nubes, no hay lluvia, ni gris, ni cielo; y no hay que pelear más.

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