jueves, 2 de junio de 2011

Snow cristal ball

Me di cuenta lo injusto que es que palabras como sueños, años, daños y engaños rimen tan descaradamente.
Igual de injusto que besarte en la mañana sin importar toda la noche que guarda tu boca, que tenerte desnuda en esta cama viendo tu piel entre las sábanas, como si afuera el mundo no siguiera girando. Tu tersa piel, como si las calles no estuvieran llenas de baches y el tráfico no fuera un completo desastre.
Que injusto, que injusto estar haciéndote el amor y que la realidad golpee la puerta y haga soñar los teléfonos indignada.
Que injusto apoyar la cabeza entre tus pechos y poder sentir tu respiración, como si no existiera la oficina, el pedante jefe, el dinero a fin de mes.
Que injusto que es, mi amor, no poder quedarme indefinidamente en este pedacito de planeta, en estas cuatro paredes que te encierran.
Que injusto que esa sonrisa me devuelva las ganas de vivir, que injusto estar desayunando en la cama mientras miles de niños mueren de hambre en la India.
Que terrible mi amor, que injusto, no entenderías nunca.
Que injusto que nunca pidas nada a cambio, como si el egoísmo no ocupara el vacio en toda la cristalina carne humana.
Que injusto que tu perfume me persiga todo el día, poder sentirte en mi bufanda o en el cuello de las camisas, sentirte y que estés ahí todo el tiempo, y recordar que injusto es...
Que injusto mi amor, que terrible, que la realidad tenga llaves de casa.

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