domingo, 17 de abril de 2011

Pathetisch

A partir de ahora pienso iniciar una lucha. Ojala ésta fuera contra algo más que una percepción, quizás así no me molestaría tanto, así tal vez si disminuyera mi tamaño todo seguiría siendo igual de rápido.
Conociendo los recuerdos todo me parece tan extraño, tan ajeno. Qué limitada mi visión de la vida de aquellos que me rodean, qué poco me pertenecen, cuán insignificante puedo ser...
El tiempo es la multinacional más poderosa, y ni los troskos más troskos se animarían a enfrentarla.
Me gusta la idea, un monopolio al estilo Clarín. Aquel que todo lo puede y todo lo maneja, con sus segundos repicándome en el alma como un tambor, único proveedor de momentos.
Se me resbala en las manos, se me patina, se me vuelca encima enchastrándolo todo a su paso, impregnando cada espera, cada silencio, cada final; creando esa pastosa masa en la que resulta casi imposible moverse.
Ay, si pudiera librarme de sus brazos, hipnóticos manipuladores, estimulantes y represores. Quedarme quieta.
Simplemente quedarme quieta y poder ver.
Ay, si me dejara en paz, insoportable midiéndolo todo. Maniático del orden y la paulatinidad.
Y los veo destruyéndose unos a otros, intentando llenar cada espacio de vacío con éter, negados a aceptar la existencia de la nada. Patéticos.
Dando todo por hecho, resignándose a las horas, a los minutos, a la muerte que algún día llegará. Patéticos.
Quiero salir a la calle y regresar ayer, mirarlo a los ojos y decirle que no me importa si quiere continuar, que yo me quedo acá. Y que me abandone en algún sitio, y poder ver. Si, ver, porque me cansé de que me ponga pautas todo el tiempo, el tiempo.
Salir a la calle y regresar ayer, y burlarme de todos estos, escuchándome hablar de Einstein y creyendo que voy a enloquecer. Patéticos.

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