lunes, 4 de abril de 2011

Rezo

Las ropas vuelven a ocupar su lugar,
Y el día los sorprende ilusos.
Está la nada donde estaban los besos,
Ahora el miedo los deja presos.

Cuentan con la minuciosa conciencia,
Que con el tiempo dejaron de perder.
Ese pasado se pisa solo,
Sobre tierra sabor a abandono.

Ya es tarde para el lúdico juego de impulsos.
Ya sus oídos no pueden volverse sordos.
Hay una ingenua esperanza de recuperarlo todo,
Esa que ocupa el bombeante músculo de la felicidad.

La noche se hace trizas contra el suelo,
Para perder la cabeza de nuevo.

Comienza la tormenta de cuerpos
Que aguantan,
Esas desgastadas sábanas.

Sobre la almohada del verso,
Sueñas sus cabezas que tal vez mañana,
Sea el día perfecto.

Y que no exista más que ellos,
Y que los dulces fanáticos del deseo,
Y que sus manos ardiendo;
Y la gloriosa danza del amor.

Una guerra de arsenales,
Cuando la piel derrama
Sus antagónicas lágrimas de sudor.

Trucos que cuartan inmensos
-Acertijos- para no zarpar,
Al laberinto de encuentros,
Donde todo lo hacen mal.

Todos los gestos, las muecas,
La estructura de lo oculto.
La habitación ya vacía,
Y cada uno por su rumbo

Una realidad de libertades estrechas.
Los inviolables sentimientos,
Se vuelven insatisfechos al saber
Que una vez más, no son razón suficiente.

Y las ropas vuelven a ocupar su lugar,
Y de nuevo el día los sorprende ilusos,
Y cada uno otra vez en su hogar,
Le reza a algo para olvidar.

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