miércoles, 30 de marzo de 2011

Nunca siempre

El Diccionario de la Real Academia Española lo define como un adverbio que indica perpetuamente o por tiempo sin fin. Existe en todas las lenguas, en todos los pueblos, en todas las culturas y las religiones, pero es, como muchas otras palabras, un derroche de idioma.
Existen ayer, ahora, hoy e incluso mañana, pero no siempre.
Desde los tiempos más remotos los hombres nos esforzamos para usar esta palabra, para aplicarla, para creerla. Nos empeñamos en creer en lo eterno, aunque la experiencia y la naturaleza nos demostrasen lo contrario.
Así, las distintas religiones se basaron en la vida eterna después de la muerte terrenal, en la eternidad del paraíso o del infierno. La matemática nos explicó la infinidad de los números, la astronomía basó sus teorías en la infinidad del universo. Los alquimistas dedicaron vidas que, muy a su pesar, nunca fueron eternas a encontrar la piedra filosofal, estudiaron todas las disciplinas y se hicieron miles de preguntas, menos qué iban a hacer con tanto tiempo cuando por fin la hallaran. Los explotacionistas creyeron en la eternidad de los recursos y los enamorados en la eternidad del amor.
Sin estar satisfechos, llegamos a incluir el vocablo en contratos, como el matrimonio, e incluso inventamos un símbolo universal para representar el infinito.
“Hasta siempre”. “Para siempre”.
Siempre es el mayor engaño de la humanidad. Es, entre todos los errores, el que más demuestra nuestra debilidad. Y me animo a pensar que fue inventada por alguno de esos mentirosos a los que les gusta jurar en vano.
Para cerrar, hay una sola frase en la que me animaría a usar a tan inútil pieza:
Lo único que siempre llega, es el fín.

2 comentarios:

  1. BIIIIIEN, AL FIN PUEDO COMENTAR!!!!!!!
    me encantan todos, los estoy terminando de leer!!!!! sos genial amiga
    te quieor mucho y extraño!!!!!

    florchila

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